Verano de 1994. Las mayoría de las computadoras en República Dominicana eran aparatos de lujo: cajas beige con monitores CGA capaces de mostrar 16 colores y CPUs de acero, tan pesados que eran imposibles de cargar por una sola persona. El internet era un mito urbano, y la información sobre tecnología llegaba de la mano de revistas, o como parte de CompuExpo, un evento que los dioses de la informática dominicana celebraban cada octubre.

En esa época el tiempo parecía fluír más lento, pero había una industria en pleno apogeo que se había encargado de llevar maravillas a millones de hogares en todo el mundo: la industria de los videojuegos. Y antes de que abandonen este aburrido artículo sobre videojuegos, les diré que en realidad no se trata de videojuegos, sino de calidad.

Old-ComputerYa les mencioné que las computadoras personales eran armazones indestructibles de acero (o de un plástico que parecía capaz de resistir impactos de balas), pero las consolas de videojuegos también se regían por normas de fabricación casi iguales a las de las computadoras de aquel entonces.

Tomemos por ejemplo el Gameboy (el original, de 1989). Mi primer Gameboy lo compré usado en un mercado de pulgas por la módica suma de RD$300.00. Al momento de comprarlo, no se cuantos dueños tuvo antes que yo, pero era evidente que habia tenido una vida dificil. La pantalla estaba rayada, el color de los botones se veía desgastado, y en general, casi toda la superficie de ese desdichado aparato tenia cicatrices que parecían haber sido producidas por mordeduras de tiburones.

Sin embargo, el Gameboy funcionaba a la perfección, y durante algunos años me brindó horas de interminable diversión con Tetris y Super Mario Land.

Ese estándar de calidad estaba presente casi en todo: vehículos, ropa, electrodomésticos, muebles, etc. Todo estaba construido para durar muchas décadas.

recycle-illustration-for-wePero había algo que estaba sufriendo las consecuencias de esa calidad, el medioambiente. Sin importar que tan indestructible se fabrique algo, su vida útil algún día llegará a su fin. Sí, solo su vida útil, lo demás perduraría por los siglos de los siglos, formando montañas en vertederos, ahogando cuartos de desahogo, y satisfaciendo la necesidad patológica de ese alguien que hay en todos los hogares que siempre le gusta “recoger y guardar todo lo que encuentra”.

Irónicamente, los mismos fabricantes eran también víctimas de la inmortalidad de sus productos. Una nevera de calidad, por ejemplo, no iba a ser reemplazada sino en 15 o 20 años, con el agravante de que aún siendo reemplazada, iba a parar a la casa de ese hijo o hija que recién se casó.

Al dar un repentino salto cuántico en el tiempo hacia el 2014, vemos cómo la calidad es un aspecto casi olvidado en todo lo que nos rodea.

Todo se construye para ser reciclado, y mientras menos durable sea algo, es considerado mas ecológico.  Y no me tomen a mal, eso es bueno para el planeta, y al parecer no es taaaan malo para nuestros bolsillos, porque eso también abarata costos de producción.

Todo esto que he expuesto hasta ahora es producto de un artículo que leí hace algunas semanas, en el que Apple atribuye el descenso en las ventas del iPad al hecho de que las personas están contentas con las que tienen, y no ven razón para cambiarla por un modelo nuevo.

Tomando esa explicación que dió Apple, y troceándola en  porciones mas digeribles, me hago las siguientes preguntas, y como medio loco al fin, trato de respondermelas yo mismo:

  • ¿En realidad goza del iPad de una calidad tan buena? La respuesta es sí. Apple, en sentido general, diseña sus productos bajo estrictos controles de calidad. Hay algunas excepciones, como la famosa falla “AntennaGate” del iPhone 4, o el reciente BendGate del iPhone 6 Plus, pero como dije, en sentido general, un producto Apple es un producto de calidad.
  • ¿No están supuestos los iFans (o como usted quiera llamarles) a comprar cualquier cosa que lleve el logo de la manzana, aun si en realidad no necesitan comprarla? La respuesta es sí, pero es obvio que no todos los usuarios de Apple, sin importar qué tan enamorados de la marca, tienen sus tarjetas de crédito lo suficientemente profundas para mantener esa “fidelidad”.
  • apple-samsung-california-copyright.siOtros fabricantes poseen normas de calidad iguales o superiores a las de Apple ¿Que pasa con ellos? La respuesta a esa pregunta es… el Software. Si tomamos como ejemplo a Samsung, notaremos que la última versión de Android (Lollipop) solo podrá ser instalada (oficialmente) a partir del Galaxy S4 (la generación anterior a la que hoy existe). Por otro lado, iOS 8 es posible instalarlo a partir del iPhone 4S (tres generaciones anteriores a la actual). Eso extiende la vida útil del iPhone 4S mucho mas allá de su contemporáneo, el Galaxy S2, quien llora desconsolado en algún rincón con su último update oficial de Android Jelly Bean.
  • ¿Que pudiese hacer Apple para revertir esa tendencia? Dado que no soy analista de marketing, ni gurú de las finanzas y mucho menos soy Yoda, con el 10% de mi capacidad cerebral no tengo forma de hacer recomendaciones a Tim Cook. A mi humilde juicio, entiendo que Apple no bajará la calidad de sus productos futuros. Sin embargo, lo que sí es posible es que limiten las generaciones que serán compatibles con las próximas versiones de iOS. Recordemos que Apple ha hecho movimientos similares con MacOSX, y la fidelidad de sus usuarios es siempre la carta que les da el triunfo.

En conclusión, la tecnología ha pasado de ser un agregado en los productos de consumo masivo, a ser la norma. Hoy día todo es “smart”, todo es “eco-friendly”, y todo es reciclado. Atrás quedaron los tiempos en los que la durabilidad era un importante punto a favor en la comercialización de un producto. No es que a la gente no le interese que un producto sea duradero, es simplemente que hay otros factores que son tomados en cuenta por encima de la durabilidad.

Para bien o para mal, es la realidad de nuestros mercados, y esa realidad es el resultado de un proceso evolutivo de los procesos de diseño y manufactura de bienes tangibles.

Con el advenimiento y la masificación de las impresoras 3D, es posible que las personas pasemos de ser consumidores a ser fabricantes, lo cual representará otro salto evolutivo en el mercado de consumo. Y es posible que en unos años, yo esté escribiendo un artículo similar a este, recordando la época en la que comprábamos cosas, en lugar de fabricarlas nosotros mismos.

Por Miguel "Miki" Rojas

Ingeniero en Electrónica pegado a Informático. Mantengo una relación íntima con la tecnología desde que las IBM XT eran una novedad. Programador por hobby, gamer por vocación, comediante por genética... y cada dia tratando de ser mas noble que una lechuga.