¿Alguna vez ha tenido la oportunidad de mirar al cielo nocturno en la ciudad y no logra divisar las estrellas? La causa es lo que se conoce como contaminación lumínica, o bien, la alteración de la luz natural nocturna debido al exceso de luces artificiales y el uso inadecuado de las mismas.
Este fenómeno se empezó a visibilizar en la década de los 80, con el crecimiento de grandes ciudades principalmente en Estados Unidos, donde los astrónomos observaron un halo de luz que sobrepasaba el área urbana y provocaba un efecto de deslumbramiento al mirar el cielo. Hoy día se estima que cerca del 50% de la contaminación lumínica proviene del alumbrado público, ya que las lámparas actuales emiten una cuarta parte de su luminosidad hacia arriba, convirtiéndolo en el principal contaminante, seguido de edificios, monumentos, vallas electrónicas y demás factores que convergen en la iluminación artificial.
Ante el crecimiento exponencial de las ciudades, se ha hecho cada vez mayor la necesidad de estudiar el impacto que puede tener este fenómeno en la naturaleza. Según la organización internacional Dark Sky, una de las consecuencias principales es la desorientación de especies migratorias de aves que se mueven en la noche.
“Los pájaros que emigran o cazan durante la noche navegan por la luz de la luna y la luz de las estrellas. La luz artificial puede hacer que se alejen de rumbo y hacia los peligrosos paisajes nocturnos de las ciudades. Las aves migratorias dependen de las señales de los horarios estacionales adecuadamente cronometrados. Las luces artificiales pueden hacer que emigren demasiado pronto o demasiado tarde y pierdan las condiciones climáticas ideales para la anidación, el forrajeo y otros comportamientos”, indica su sitio web http://darksky.org/.
Sumado a esto, Karls Peña, especialista en diseño de iluminación y miembro de la Sociedad Astronómica Dominicana, agrega que “la mayoría de los habitantes de ciudades grandes a nivel global, no ha visto nunca la vía láctea. Los observatorios cada vez deben instalarse en lugares más remotos, aumentando los costos de fabricación y reduciendo el presupuesto disponible para la investigación y otros proyectos”.
“Un alumbrado público que reduzca la emisión de luz no focalizada reduce en una proporción considerable la contaminación lumínica que produce. Y más aún si el espectro de la luminaria ayuda a reducir los efectos negativos o a aumentar la eficiencia y rendimiento de color, lo cual permite usar menos potencia de la misma”, complementa Peña.
Un cielo oscuro no es incompatible con una correcta iluminación. Las lámparas de los postes de luz deberían ser como las que se usan en un escritorio, protegidas y dirigidas para que solamente iluminen hacia abajo.
En este sentido, un cambio a alumbrado público LED podría significar un avance significativo para reducir la contaminación lumínica, ya que las lámparas de dicha tecnología tienen un ángulo máximo de iluminación de 120 grados, que puede ser modificado mediante lentes ópticos, manteniendo un estricto control hacia el área deseada. Este control permite niveles de luz mayores en las superficies deseadas, con un menor consumo energético.
Jorge Madriz, Director de la unidad de Investigación y Desarrollo de Sylvania, explica que el cambio a LED en espacios públicos podría entonces significar un ahorro considerable en la factura eléctrica de las municipalidades, además de convertir a la ciudad en un espacio más sustentable. “Sabemos que la contaminación lumínica es también un factor que altera los ecosistemas y la vida de especies nocturnas, además de tener también un impacto en los ciclos de sueño de las personas”, agregó el experto.
Problemática mundial
Según un estudio del Instituto de Tecnología y Ciencias de la Contaminación Lumínica de Italia, países como Singapur, Corea del Sur, Catar, Israel y Argentina se colocan en el tope de los países con mayor contaminación lumínica.
Por su parte los países latinoamericanos que disfrutan de un cielo nocturno más limpio desde el punto de vista lumínico son Costa Rica, Honduras, Cuba, Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
“Debido al mal uso de las fuentes de luz, casi en ninguna ciudad a nivel mundial se pueden ver las estrellas”, apuntó Madriz.
El 2015 se declaró como el Año Internacional de la Luz y las Tecnologías basadas en la Luz, por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de promover la importancia de la tecnología de iluminación en el desarrollo sostenible.